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Una pasión que nadie comprende - I Parte

  • By G. Padilla
  • 24 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

Como les conté en una entrada anterior, fue por medio de una experiencia triste, por la cual decidí aprender primeros auxilios. Realmente no podía ni imaginarme si eso hubiera pasado con alguien de mi familia.


A mis 17 años, comencé con el curso en la Cruz Roja, que duraba aproximadamente 6 meses, y para cuando terminé el curso, ya era mayor de edad. Mi único deseo era aprender las técnicas y saber que hacer ante una incidencia, pero me encontré con la sorpresa que debía hacer horas de servicio para poder obtener el título. Así que me armé de valor y acepté.


Durante ese curso, conocí a una persona maravillosa, Erick, que fué como un papá - hermano mayor, para mí. Se convirtió en mi mejor amigo. Amaba a Dios y a su familia con gran intensidad, era super entregado al servicio. Siempre éramos compañeros de trabajo, él conducía la ambulancia y yo era la socorrista. Unos años después de que nos conocimos y trabajamos tanto tiempo juntos, Dios decidió llamarlo a su presencia. Lo extraño aún, pero se que no hay lugar mejor donde él pueda estar! En honor a él, hoy quiero compartirles algunas de mis experiencias en la Cruz Roja como voluntaria!



Mi primer salida en ambulancia, los nervios hacían que mis manos sudaran y temblaran, mis compañeros de ambulancia me decían qué era lo que nos íbamos a encontrar. Nos habían despachado a un restaurante muy conocido, un cilindro de gas, de la cocina del restaurante había explotado, se hablaba de dos personas con quemaduras. Aún con mis manos temblando, mientras íbamos a mas de 100 km/h, orando para que no tuviéramos un accidente, me coloqué unos guantes y llegamos. Los trabajadores del restaurante corrían para todas partes, cuando nos bajamos de la ambulancia con el botiquín en mano, lo primero que veo es a un hombre de contextura gruesa sentado afuera, en el suelo, con sus brazos extendidos, la piel de sus brazos colgaba, de su camisa solo quedaba una manga, lo demás ya estaba quemado, no tenía cabello, ni cejas ni pestañas. Él estaba conciente, con sus ojos abiertos. Quedé en shock!! Inmediatamente reacciono, y pregunto dónde está la otra persona que sufrió quemaduras, voy hacia él, su espalda estaba con quemaduras menores. El primer paciente falleció en el hospital.


Muchas personas me decían que no podía mezclar sentimientos con mi servicio voluntario, pero realmente no podía. Vivía con la muerte al frente, pero también aprendí a ver cómo la mano de Dios se movía en nuestra vida y en la de las personas que atendíamos.


En cuatro años, vi de desde dolores de cabeza, depresión, y "dolores de todo el cuerpo", hasta embarazadas, amputaciones, accidentes de tránsito, paros cardiorespiratorios, quemaduras y personas fallecidas. Entre ellas, mi abuelo, a quien Dios decidió llevarse y todo el esfuerzo humano no pudo contra el que es dueño de todo lo que hay en la Tierra. Muchos aseguraron que fue culpa de la Cruz Roja por llegar "tarde", pero yo se que Dios no se equivoca y tiene un tiempo para todos.


Muchas personas me decían ¿ cómo vas a preferir pasar en vela por si algo ocurre, o invertir tu tiempo libre en una ambulancia, mientras que la gente de tu edad sale a fiestas, y se divierte? Es una pasión que nadie entiende, una satisfacción que nadie más que uno puede sentir al hacer voluntariamente algo que te gusta y que ayuda a otra persona. No es una moda, es una pasión, y las pasiones nacen del corazón.


Continúa en el próximo post.....




 
 
 

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