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Un viaje, que cambió la vida

  • By G. Padilla
  • 7 sept 2015
  • 2 Min. de lectura

En un verano, mis padres decidieron que iríamos a la playa. Nos fuímos un fin de semana, estuvimos disfrutando del sol, de la comida y del mar.


El domingo, que ya regresábamos a casa, nos levántamos temprano, recogimos todo, desayunamos y nos fuimos a aprovechar algunas horas antes de irnos para agarrar un poco de color. Mis hermanos y yo nos fuimos para el mar, y en unas horas llegó una buseta con una familia numerosa, señores, jovenes, niños y bebés.


Una madre joven, llegó con un bebé en brazos y con otro de unos dos años de edad, que vestía un overol azul y camiseta blanca, con sus pies descalzos, que ya caminaba por todas partes. Lo vimos jugar con el mar y luego nos fuimos a terminar de alistar todo para irnos.


En cuestión de minutos, una señora se acercó a nosotros y nos preguntó si habiamos visto un niño descalzo con overol azul y camiseta blanca. Mi mamá acababa de verlo jugando con la arena, nosotros también. Toda esa numerosa familia empezó a buscar por todas partes, salieron a la calle, buscaron por la playa. Nosotros seguíamos empacando, cuando escuchamos gritos de espanto que venían desde la piscina. Todas las personas que nos encontrabamos en el centro de recreación corrimos, y nos imaginábamos ya lo peor. Cuando llegamos, vimos una de las peores escenas que pueden quedar grabadas en nuestra mente: el niño de overol azul, flotaba en una de las piscinas.


Inmediatamente el papá del bebé se lanzó a sacarlo, y lo puso a la orilla de la piscina y en su desesperación, llorando sin cesar, trataba de resucitarlo, sin embargo, no sabía lo que hacía. Todos gritaban, un médico, alguien que sepa de primero auxilios, y todos los que ahí estábamos no podíamos mover un dedo, porque no sabíamos que hacer. Llegaron dos mujeres de otras cabinas que escucharon los gritos, eran enfermeras, sin embargo la piel del bebé ya era de tono morado. Lo subieron a un carro, y se lo llevaron. Estábamos a 45 minutos de la carretera principal de Orotina, un helicóptero los esperaba.


Mientras tanto la familia numerosa tuvo que recoger sus cosas, e irse nuevamente para sus casas. Mi familia y yo, y los que quedábamos en el lugar, con un sentimiento de impotencia, y un temblor en todo el cuerpo. Decidimos recoger todo y también irnos.


Al niño lo trasladaron en el helicoptero a San José, al Hospital de Niños, donde lamentablemente murió.


De camino a nuestra casa, que era de varias horas, solo esa imagen y esos gritos estremecedores eran los que estaban en mi mente, y pensaba ¿Qué hubiera pasado si fuera un familiar mio? ¿ Se hubiera salvado ese niño si yo o alguien hubiera hecho algo a tiempo?


Así fué como esa "espinita" quedó en mi mente y luego empecé a investigar cómo podía yo hacer algo para aprender primeros auxilios y descubrí así la Cruz Roja.

En otro post, les contaré sobre esa experiencia.



 
 
 

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© 2015 Copyright. Grettel Padilla Salazar

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